Cociendo palomas rojas.
Encontré los versos exactos que te hablaban de mi dolor. Pero los deje ir, porque me lastimaron entre los dedos.
Pugnaban por ser libres sin herir a nadie, y yo los quise detener un segundo más. Y ve, ahora solo me quedan finos hilos de sangre por entre las grietas de estas tus manos, gastadas y hartas de manchar de rojo los papeles que te pertenecen.
Pugnaban por ser libres sin herir a nadie, y yo los quise detener un segundo más. Y ve, ahora solo me quedan finos hilos de sangre por entre las grietas de estas tus manos, gastadas y hartas de manchar de rojo los papeles que te pertenecen.
Y ahora nada detiene estas palabras rojas, que se hilan y unen cada una a la anterior, intentando herir tu paz interna, y rasgarte la armadura en la que escondes tu secreto corazón.
Y no importa cuánto tarde en sanar mis heridas si al menos logro dejar una en ti también, que logre incomodar ese letargo que tu llamas paz.
Y no importa cuánto tarde en sanar mis heridas si al menos logro dejar una en ti también, que logre incomodar ese letargo que tu llamas paz.
Porque jamás busqué que estas palomas fueran rojas, y menos lanzas contra ti, pero no soporto mas estas disimulando que no te amo.
Porque te amo. Te amo con locura febril. Con esa locura que un buen día nos unió. La misma que fue alimento de este gusano que hoy me carcome por dentro la frente.
Pero no estoy ahora hablando de lo que dentro llevo, sino de lo que logro salir de mí, te hablo de esta roja pasión que aun siento por ti, la misma que me corre en las venas y rige mis miembros, y tensa algunos otros. Esta sangre que hoy forma pequeñas aves que espero vuelen hasta ti, y manchen tu blanco, y no se borre tan fácil.
Así que, sin más, libero estas aves de la prisión de mis dedos con destino tu paz, tu libertad…
Aun Te Amo!
(Raziel)